lunes, 27 de mayo de 2013

ALGUNAS FRASES DE VIKTOR FRANKL


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  • El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida.    
  •  Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.

         El amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia.


La felicidad es como una mariposa. Cuanto más la persigues, más huye. Pero si vuelves la atención hacia otras cosas, ella viene y suavemente se posa en tu hombro. La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar por la vida

Todo puede serle arrebatado a un hombre, menos la última de las libertades humanas: el elegir su actitud en una serie dada de circunstancias, de elegir su propio camino

Quien tiene una razón para vivir, acabará por encontrar el cómo


PENSAMIENTOS CITAS Y FRASES 000(25)

NUEVO NUNCIO APOSTOLICO DE SU SANTIDAD EN EL SALVADOR











LEON KALENGA BADIKEBELE
Arzobispo titular de Magnetum
Fecha de nacimiento: 17/07/1956 (Congo-Kinshasa) Ordenado sacerdote: 05/09/1982 Consagración como Obispo: 01/05/2008 Nuncio Apostólico en Ghana (01.03.2008 - 02.22.2013) Arzobispo titular de Magnetum (03/01/2008 - ...) Nuncio Apostólico en El Salvador (22/02/2013 - ...)

El pasado viernes 22 de febrero, el Santo Padre Benedicto XVI nombró al arzobispo Monseñor León Kalenga Badkibele como nuncio apostólico en la República de El Salvador. El arzobispo era hasta ahora nuncio apostólico en Ghana, Africa.

Mons. Kalenga Badkibele sustituye a Monseñor Luigi Pezzuto, de nacionalidad italiana, quien antes de ser transferido a Bosnia-Hersegobina fue nombrado por la Asamblea Legislativa "Noble Amigo" de nuestro país el pasado mes de enero .

Monseñor Kalenga nació el 17 de julio de 1956 en Kamina, República Democrática del Congo, habiendo sido ordenado sacerdote el 5 de septiembre de 1982 en Luebo. El 01 de marzo de 2008 fue nombrado por el Santo Padre Nuncio Apostólico en Ghana y Arzobispo Titular de Magnetum.

Su ordenación episcopal fue el 1 de mayo de 2008 y posee un doctorado en Derecho Canónico.
Entró en el servicio diplomático de la Santa Sede en 1990 y desde entonces ha servido en las representaciones diplomáticas de la Santa Sede en Haití, Guatemala, Zambia, Brasil, Egipto, Zimbabwe y Japon. Habla los si-guientes idiomas: Español, Francés, Italiano, Ingles y Portugués.

Monseñor León Kalenga sustituye a Monseñor Luigi Pezzutto, quien después de permanecer por casi 7 años en El Salvador, el pasado mes de febrero fue nombrado por Su Santidad el Papa Benedicto XVI como Nuncio Apostólico en Bosnia y Herzegobina.


domingo, 19 de mayo de 2013

Médico de las almas y de los cuerpos. El sentido cristiano del sufrimiento humano

Padre Guillermo Juan Morado. Autor.


1."Curó a muchos enfermos de diversos males", anota, refiriéndose a Jesús, el evangelista San Marcos (cf Marcos 1, 34). Jesucristo se manifiesta así como médico de las almas y de los cuerpos (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 1421). Las curaciones son signos de la llegada del reino de Dios; de un acontecimiento que comporta la salvación integral para el hombre entero. 

La curación de las enfermedades anticipan una sanación más radical, que tiene lugar por la Pascua de Cristo. El Señor, que "tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades" (Mateo 8, 17), venció en la Cruz al mal y al pecado, triunfando sobre las consecuencias del pecado: sobre la enfermedad, sobre el sufrimiento, sobre la muerte. Todos estos aspectos sombríos de la condición humana han sido asumidos y redimidos por el Hijo de Dios hecho hombre. 

Esta apropiación del sufrimiento por parte del Redentor permite contemplar la enfermedad con una mirada nueva, porque los caminos del dolor han sido ya explorados por el Hijo de Dios, que los ha convertido en caminos de vida. El sufrimiento, la enfermedad y el dolor tienen, desde la Cruz, un sentido, una razón de ser, una finalidad: son ocasión propicia para unirse a la pasión redentora del Salvador. Contemplando la Cruz, el hombre sabe que jamás sufre solo, ni muere solo; tiene la posibilidad de morir con Cristo para resucitar con Él, uniendo el propio padecer a la ofrenda del Señor que se entrega por la salvación del mundo. El sufrimiento se transforma así en amor; en un amor que vence al mal. 

Juan Pablo II escribió en el año 1984, con el título Salvifici doloris, una carta apostólica sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano. El Papa dio testimonio, durante los años de su enfermedad, de la verdad de cuanto había escrito en ese texto. Realmente, la mejor encíclica de Juan Pablo II fue su propia vida; fue el modo de asumir su enfermedad y su muerte. Con su ejemplo puso de manifiesto que es posible "aceptar nuestro propio sufrimiento y unirlo al sufrimiento de Cristo. De este modo, ese sufrimiento se funde con el amor redentor y, en consecuencia, se transforma en una fuerza contra el mal en el mundo" (Benedicto XVI, "Discurso", 22 de Diciembre de 2005). 


2. A pesar de los progresos de la medicina, la enfermedad - física o psíquica - , el dolor y el sufrimiento acompañan al hombre. Son, además de herencia del pecado, muestras de nuestra caducidad y contingencia. En carne propia, o en la experiencia de personas cercanas, todos hemos podido saludar a estos compañeros de viaje. Como Job, cada uno de nosotros, en los momentos de angustia, podría quizá exclamar: "al acostarme pienso: ¿cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que la lanzadera..." (cf Job 7, 1-4.6-7).

Cristo nos da la esperanza de saber que la enfermedad y el sufrimiento no serán, como no lo fue la Cruz, lo definitivo. Cristo nos da la posibilidad de transformarlos en ofrenda de amor. Y Cristo nos pide que estemos al lado del que sufre, sabiendo que cada vez que nos acercamos a un enfermo, nos estamos acercando al mismo Señor. "Venid, benditos de mi Padre, porque estaba enfermo y me visitasteis" (cf Mateo 25, 36).

3. La Iglesia continúa, con la fuerza del Espíritu Santo, la obra de Jesucristo de curar y salvar. De modo particular a través de los sacramentos de curación; el sacramento de la Penitencia y el sacramento de la Unción de los Enfermos.

Debemos dejarnos curar por Cristo, como se dejó curar por Él la suegra de Simón y tantos otros enfermos. Debemos ansiar que, en la confesión personal, Cristo-Médico se incline sobre nuestra dolencia para restaurarnos y devolvernos a la comunión fraterna (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 1484). Debemos valorar la Unción de los Enfermos como sacramento especialmente destinado a reconfortar a los atribulados por la enfermedad (cf Catecismo de la Iglesia Católica, 1511). No podemos olvidar las palabras del apóstol Santiago, que siguen teniendo plena vigencia:

"¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (Santiago 5, 14-15).

jueves, 16 de mayo de 2013

Fides et ratio


En esta ocasión presento algunos párrafos de la Carta encíclica "FIDES ET RATIO", del  Beato Papa Juan Pablo II.



La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1Jn 3, 2).

El hombre tiene muchos medios para progresar en el conocimiento de la verdad, de modo que puede hacer cada vez más humana la propia existencia. Entre estos destaca la filosofía, que contribuye directamente a formular la pregunta sobre el sentido de la vida y a trazar la respuesta: ésta, en efecto, se configura como una de las tareas más nobles de la humanidad. El término filosofía según la etimología griega significa « amor a la sabiduría ». De hecho, la filosofía nació y se desarrolló desde el momento en que el hombre empezó a interrogarse sobre el por qué de las cosas y su finalidad. De modos y formas diversas, muestra que el deseo de verdad pertenece a la naturaleza misma del hombre. El interrogarse sobre el por qué de las cosas es inherente a su razón, aunque las respuestas que se han ido dando se enmarcan en un horizonte que pone en evidencia la complementariedad de las diferentes culturas en las que vive el hombre.

 De todos modos, se ha de destacar que detrás de cada término se esconden significados diversos. Por tanto, es necesaria una explicitación preliminar. Movido por el deseo de descubrir la verdad última sobre la existencia, el hombre trata de adquirir los conocimientos universales que le permiten comprenderse mejor y progresar en la realización de sí mismo. Los conocimientos fundamentales derivan del asombro suscitado en él por la contemplación de la creación: el ser humano se sorprende al descubrirse inmerso en el mundo, en relación con sus semejantes con los cuales comparte el destino. De aquí arranca el camino que lo llevará al descubrimiento de horizontes de conocimientos siempre nuevos. Sin el asombro el hombre caería en la repetitividad y, poco a poco, sería incapaz de vivir una existencia verdaderamente personal.

La Iglesia, por su parte, aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar los objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la filosofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre. Al mismo tiempo, considera a la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aún no la conocen.